Antonio Agredano destila pasión por el fútbol. El cordobés estrenaba el pasado junio su primera novela que lleva por título Prórroga, que viene a hablarnos con el fútbol como telón de fondo de relaciones personales y de familia. La revista Panenka ha sido la responsable de la edición de este libro que ya ha sido presentada en Sevilla, Córdoba, Marbella, Málaga y Madrid. Desde Footters debíamos hablar con él por plasmar una historia tan auténtica y tan propia del fútbol con el que nos codeamos día a día.

Siempre has enfocado tanto tu obra como tu vida al fútbol, ¿por qué este deporte?

El fútbol es un deporte imprevisible. Se juega con los pies. Hasta los mejores cometen errores incomprensibles. La vida se le parece. Incluso las personas inmaculadas tienen sus pecados y sus excesos. El fracaso une más que las victorias. El fútbol es un deporte maravilloso lleno de sombras, derrotas y adioses.

¿Sobre qué versa tu primera novela ‘Prórroga’?

Sobre un portero que abandonó su carrera futbolística de forma inesperada y prematura. Que empezó a odiar este deporte y huyó de su ciudad y de su familia para encontrarse consigo mismo. Para sobrevivir a sus miedos. Para encontrar su lugar en el mundo. Esa es su prórroga.

La prórroga es esperanza para el que juega peor e infierno para el que cree merecer la victoria.

¿Qué relación hay para ti entre el fútbol y la familia?

La familia también parece un equipo de fútbol. Tiene sus líos en el vestuario, sus derrotas, sus dulcísimas y escasas victorias. El que tira más del equipo, el que se deja llevar, el que casi nunca aparece. Confiar en el colectivo puede ser terrible a veces, pero si las cosas salen bien, esa sensación de hermandad es preciosa. De unión. Los equipos de fútbol, como las familias, también se deshacen. Tras perder un título o vivir una tragedia. Hay mucho del fútbol en la familia y el fútbol tiene mucho de gran familia.

En la vida, para ti, ¿en qué momentos son necesarias las ‘prórrogas’, esos tiempos añadidos que nos pueden ayudar a ganar un partido?

 Cuando tenemos la sensación de haber empatado. Cuando hemos metido un gol en el último minuto y la vida nos regala unos minutos de sufrimiento para tratar de llevarnos un partido que merecíamos perder. La prórroga es esperanza para el que juega peor e infierno para el que cree merecer la victoria. Es un concepto anguloso. En el amor las prórrogas suelen salir mal, el protagonista de mi novela piensa si con su amor de juventud debería intentar jugar ese tiempo añadido. También con su familia, con sus amigos, con su ciudad. Julián Bellón, el portero que abandonó el fútbol, intenta iluminar su vida en el añadido.


Foto: Macarena Pérez

La novela transcurre en Córdoba, ¿te declaras amante del fútbol de tu ciudad?

En la novela hablo del fútbol de mi ciudad. No sólo del Córdoba Club de Fútbol, donde el protagonista llega a debutar, sino de todos los campos de albero donde se crió. De los clubes de los barrios. De todo lo que fue su infancia. De los partidos en la plazoleta y en el patio durante los recreos. El fútbol que se clava ya para siempre dentro del pecho en aquellas infancias.

¿Qué esperas del conjunto blanquiverde esta campaña en Segunda RFEF?

Que arregle el desaguisado. Que nos haga olvidar este fracaso que llevamos dentro desde que, prácticamente, descendió de Primera hace unos años. Aquella temporada en el cielo fue, por contra, la puerta de nuestro infierno. Estamos en la cuarta categoría del fútbol español. Hay que salir cuanto antes, tenemos que llevar la victoria como castigo. Ya tengo mi carnet de socio. No abandonaré nunca a estos hijos de puta. Compartimos escudo.